Wednesday, December 3, 2014

Otoño del alma (Lidice Pousa)

Y ya no queda nadaaaa… Me subes y me bajas, me mientes y me mientes… Y ya no queda nadaaaaa. Cantaba todas las tardes a grito pelado esa canción. No recuerdo si era que la ponían en la radio a la misma hora o si ella se bañaba a la misma hora para hacer coincidir la hora del baño con la canción. El caso es que mientras esa canción estuvo en la lista de éxitos ella se bañó con la introducción y se secó y puso crema con el coro y hasta el final de la letra. Y todavía la tarareaba mientras se desenrollaba la toalla del pelo y terminaba de vestirse.
Lo que seguía era muy duro de ver, ella se sentaba en el portal a darse sillón. En cuanto se ponía el sol entraba a la casa, se servía un plato de sopa y guardaba el que quedaba vacío. Así día tras día hasta que el pelo se le puso color ceniza. Hoy en día le preguntas por qué no hiciste algo diferente y la respuesta siempre es la misma “porque me habría muerto de la tristeza”
Pero tu sabías que no iba a regresar, preguntaba yo a punto de gritar pero sin hacerlo porque también sabia que no llevaría a ningún resultado diferente. “Pero mi corazón no. Mi corazón no lo sabía.” Y ese era el fin de una discusión que nunca comenzaba del todo pero que siempre estaba punto.