Tuesday, August 2, 2011

Concluyendo

Cuando estaba embarazada me prometí a mi misma que no sólo iba a escribir de niños cuando lo hiciera. Ja, Ja. Creo que subestimé el poder de esas criaturas. Desde hace cuatro meses y medio, me he leído dos revistas y una noticia, así que por lo tanto tengo que escribir no de los niños en sí, pero al menos de lo que me hace sentir la mía.
A veces me siento más grande que King Kong. Como en las ocasiones en que la tengo sentada encima de mí y ella se agarra de mí brazo como los changos. No es broma, se podrá ver como que se esta agarrando de un bote salvavidas , pero la verdad es que si me pusieran una liana enfrente, podría hacer saltos con ella enganchada de mi brazo sin temor a que se me caiga.

Otras veces me siento como mamá perra. Y ni te imagines que me ofendo con semejante comparación, al contrario , me enorgullezco. Sabes lo difícil que es despertarte tres y cuatro veces de noche a dar de comer. Si no has sido mamá no lo puedes saber. Pues te cuento: Es como si cada vez te despertaras en un lugar diferente. Al menos así lo siento yo. Cada tres horas cuando la beba me despierta y yo me tengo que regresar de donde quiera que haya llegado en mi sueño, me pregunto, “Qué tengo que hacer? Porqué me tengo que despertar.” “Ah si, tengo que alimentar a mi hija.” Y entonces voy caminado como sonámbula a su cuarto y me echo en la cama de lado y ya no hago más porque ella sola ya adivinó lo que tenía que hacer. Tambien me siento como campeona de artes marciales cada noche cuando aplico una llave china en afán de recrear la apretada y confortable situacioón de cuando ella estaba en el vientre y no podia alterarse con sus descontrolados movimientos.

A veces creo que una mamá chimpancés o una mamá canina serían mejores madres para muchos recién nacidos. Ponte a pensar, las mamás chimpancés no tienen amigas con las que platicar, periódicos que leer ni películas que ver, ni en el cine ni en la tele. Así que ellas la tienen mas fácil que nosotras las mamás humanas, que además, damos a luz a las criaturas menos preparadas para venir al mundo que puedan existir.
Los animales que salen a cazar dejan a sus hijos hasta por un día y ellos se quedan sin píar siquiera pa´que no los descubra los predadores. Y qué decir de los patos que desde que salen del cascarón aprenden a nadar! La lista sería interminable. Y yo que tengo que hacer Thai Chi para salir del cuarto de la beba una vez que me soltó la mano en señal de que ahora sí esta profundamente dormida.

Nada, que a pesar que son una fuente inagotable de alegría, también son otra fuente inagotable de trabajo. O cómo le explico yo a mi cabeza que las ganas de comer sal, harinas o chocolate que me dan producto de la pelea que ocurre cada noche para que se duerma, no es para saciar a mi alma de gorda sino para reponer las energías perdidas.
En fin que aunque el premio se lo podría llevar fácilmente la mamá chimpancé se lo voy a dar a las abuelas, porque ellas ya tienen muchas horas cine, muchas revistas leídas y muchas amigas a las que encantadas de la vida le colgarían el teléfono sin ese dejo de mártir de la madre de hoy que va mas o menos así “te dejo que esta niña esta majaderísima hoy.”

P.D: También se me antoja un Dirty Martiny y no estoy segura si lo que se me antoja es la sal, las aceitunas o el Vodka. Salud!!!